sábado, 23 de mayo de 2009

Metas

Irene y Marco forman la pareja de moda en Alcorisa. Hermosos, cultos y sobradamente inteligentes. Él rechazó la ciudad para trabajar en una gestoría local, estar lejos de casa siempre le ha provocado estrés. Tiene un buen sueldo y utiliza el tiempo ocioso en esculpir su exquisito cuerpo. La bella y simpática Irene también es una deportista consumada, y sale a correr diariamente antes de comenzar la jornada en una agencia de viajes de una población cercana. Allí conoce a Pedro, que todos los años reserva unas vacaciones en solitario.
Irene, espontánea, pregunta al cliente por que viaja siempre sin compañía. Pedro confiesa que todavía no ha encontrado a su pareja ideal, que debería someterlo a una sumisión absoluta, controlarlo día y noche, y negarle cualquier tipo de contacto sexual, pues teme hacerlo mal y destrozar, por ello, una hermosa historia de amor.

Irene mira a Pedro con ojos eléctricos y sonríe. Sonríe con toda su fe. Su cara va a estallar.

Dos meses después, Irene y Pedro, recién casados, aterrizan en el aeropuerto de Kuala Lumpur. Allí advierten la presencia de Marco, que labora como limpiador en dicho lugar.

“He cumplido el sueño de mi vida”, confiesa pletórico el mozo, mientras sostiene con ventura el mocho.

jueves, 14 de mayo de 2009

El donjuán sensible

Jean Paul es un experto seductor de mujeres deprimidas. Cada vez que sus amigas (que son amigas porque no quieren ser amantes, aunque lo fueron cuando, melancólicas, se entregaron a sus brazos) le cuentan que han tenido que consolar a Elsa, a Marta o a Paqui, el les anima a que se las presenten, con la mejor de sus intenciones, claro está. En un titánico esfuerzo interpretativo, finge escucharlas, las aconseja y, pasados dos días, les promete amor eterno –y en esto no miente-. Ellas se acuestan con el para abandonarlo a las pocas semanas. Según la calidad humana de cada chica, la excusa suele ser mas o menos verosímil. Finalmente, presas del remordimiento, acceden a ser sus amigas, sirviendo de enlace, en algún momento, entre Jean Paul y alguna hembra desesperada, que prefiere el calor de un torso masculino al banal y vacío gasto en tiendas de moda o pastelerías. Jean Paul observa con atención a las féminas de su alrededor. Busca en ellas un atisbo de infelicidad, pistas que lo lleven hasta una existencia trágica, hacia una caída al vacío que puedan amortiguar sus providenciales manos.

Cada día, en el autobús, Jean Paul mira fijamente a una chica hermosa, de rasgos suaves y aniñados, con unos ojos tímidos que se sostienen, como un funambulista, en una cuna violeta, que mas que cuna es una cueva, y amenaza con llevarse a sus adentros tan sublimes maravillas. Hoy, mas atormentados que nunca, intentan escapar por el cristal, huyendo de esta vida superficial, de esas parejas bonitas, mas ninguna, ninguna como ella, que solamente sorben la miel de su sano cuerpo, y acarician sin mas su belleza infinita, sin preocuparse del ser que resplandece tras ella. Tan buena, tan lista, tan dispuesta a darlo todo por vivir el amor puro y verdadero, sin mas consuelo que esa almohada rosa empapada en lágrimas durante veladas de oscuro dolor.

Jean Paul se acerca al ángel:

-“Perdona, llevo días fijándome en ti, te noto triste. ¿Te sucede algo?¿Necesitas hablar? ¿Puedo ayudarte?”
- “Me he pasado toda la noche follando con mi novio, tengo sueño, déjame en paz”